¡¡SOY RESIDENTE!!
Si me preguntan por Mérida a finales de
abril de 2015, quizás hubiese respondido lo que en ese momento sabía: que tenía
un puente y un teatro romano, donde en verano se celebraba un festival de
teatro clásico, que el río Guadiana se encarga de cruzar la ciudad y que estaba
no demasiado lejos de mi casa…
Si me preguntan por Mérida hoy, me
sobrarían segundos para responder, Mérida es sin lugar a dudas la ciudad que me
ha visto nacer…
¿Cómo se comienza una nueva etapa? Pues con muchos nervios,
ilusión, incertidumbre y sobre todo con muchas ganas. Y con todo esto metido
en la maleta, me dispuse en Mayo de 2015 a descubrir nuevos caminos.
¿Y cómo se comienzan los dos años de residente?
Con papeleo.
Lo primero que todo residente hace
cuando comienza su andadura, o que debería hacer, es dirigirse a la unidad docente. Allí te dirán los
documentos que necesitan para tramitar tu contrato y hacer efectiva esa tan
deseada plaza.
Una vez tienes número de colegiado (importante), has firmado documentos que justifican que en
condiciones normales no cometerás ningún crimen, al menos voluntariamente, y
tienes nueva vivienda, comienza la aventura.
Debo destacar, que cada unidad docente es
completamente distinta a cualquier otra, incluso dentro de la misma comunidad
autónoma. Me explico, mi unidad docente (Mérida), presenta un programa
formativo y una organización distinta a la de Badajoz y Cáceres. Es por ello
que os contaré un poco mi experiencia personal, partiendo de la base de que
para el resto de unidades docentes tendrán ciertas similitudes y también
diferencias.
Pues bien, una vez hechas las presentaciones oportunas
y la
elección del tutor, comienza el sinuoso camino (efectivamente, no es un
camino de rosas), para conseguir el preciado título de especialista.
Si comenzamos en Mayo, estaremos en el centro de salud
hasta septiembre, donde descubriremos los diversos programas de salud,
talleres con la comunidad (nosotros trabajamos el taller del diabético),
conocemos el funcionamiento de pediatría de atención primaria y tenemos nuestro
primer contacto con las temibles guardias.
En Mérida, el sistema de guardias consiste en un
mínimo de tres tardes en Atención Primaria y una guardia de 24 horas de fin de
semana en lo que aquí llaman Punto de Atención Continuada (PAC), que se trata
del servicio de urgencias fuera de la jornada laboral. Ya iremos complicando el
asunto con una de urgencias mensual y otra de 112 o salud rural cuando rotemos
por dichos servicios.
Tras superar el primer verano, con la ilusión de las
primeras vacaciones remuneradas y descubriendo el
significado de paga extra que tan a chino nos sonaba, nos disponemos
a “rotar” por los distintos
servicios y dispositivos colaboradores, además de intentar explicar una y otra
vez hasta la saciedad que no eres alumno, pero tampoco MIR, sino proyecto de Enfermero
Especialista.
Mi primera rotación fue en el servicio
de Urgencias
del Hospital de Mérida, donde todo el personal nos acogió con ganas, puesto
que acaban de producir recortes en la plantilla y les venía muy bien nuestra
gentil colaboración. Salvando ciertos aspectos, quedémonos con la parte
positiva, y destacar la disposición, la simpatía y la mano amiga de muchos de
los compañeros que tuvieron el detalle de acompañarme y de hacerme muy fácil mi
estancia en este servicio, inyectándome las ganas de pasar más horas allí (a
partir de este mes, sumamos una guardia mensual de tarde hasta pasar a R2)
A continuación, experimenté una de las experiencias
más bonitas en Salud Rural. Pasé un mes en un pequeño pueblecito
llamado Torremejías, donde compañeros y pacientes me transmitieron su buen
rollo y su energía positiva, quedando completamente enamorada del trabajo allí
(aquí también sumaremos una guardia de 16,5h al mes hasta R2)
Después de esta preciosa experiencia, mi siguiente
rotación me permitió conocer un poco más de cerca, la labor hospitalaria de
las consultas externas de Endocrino, “empapándome” de cómo
se realiza el seguimiento de diabéticos, cómo se abordan los debuts diabéticos,
pautas de dietas…
Diciembre me curtió en Ostomías y
Espirometrías, de la mano de su polifacética enfermera que a la vez
que realizaba una cura de una úlcera venosa, marcaba la zona más idónea para la
realización de la incisión quirúrgica del estoma, o realizaba una espirometría.
Y comencé el año con el mejor equipo que he conocido
hasta la fecha, el equipo de Paliativos del Hospital de Mérida, quien me enseñó que
los cuidados enfermeros no sólo son necesarios para devolver la salud, sino
que sanamos el alma. Con ellas, comprendí el valor de la
familia, de las palabras y de la despedida. Con ellas, por ilógico y contradictorio
que parezca, aprendí a amar la vida a través de la mirada de la
muerte. Y
desde aquí, debo realizar una especial mención a Laura, Maite, Mari
Ángeles, Mercedes, Mari Carmen y Anabel, por tratar con tanto mimo un tema tan
delicado e inculcarme los valores de un campo tan desconocido, escalofriante y
doloroso, pero a la vez con su luz y su belleza especial. GRACIAS.
En dermatología descubrí que el manejo
del bisturí no se me daba nada mal, es más, una vez lo probé no lo quería
soltar y me dedicaba a analizar verrugas, lunares y quistes para ver si me
concederían el privilegio de quitarlos.
En Marzo aprendí los distintos métodos de
anticoncepción que existen en el mercado, y a realizar valoraciones dentro del
servicio de planificación familiar.
De Salud Mental me llevé mi total
admiración hacia la labor de acompañamiento, paciencia, comprensión y
seguimiento de los pacientes de la unidad.
En la siguiente rotación sufrimos un poco la “amenaza del
intrusismo” en el servicio de paritorio y
ginecología, hecho que se vio notablemente compensado por la
disposición de nuestras compañeras matronas y residentes de ginecología,
quienes nos transmitieron sus conocimientos y nos acompañaron durante nuestra
estancia en dicha unidad.
Las urgencias y emergencias tomaron otro color de la
mano de la UME, acercándonos un poco más a esta gran
labor que no siempre está reconocida.
También tuve el placer de pasar una semana por el
servicio de dirección de salud, para comprobar desde dentro, como se
mueven las epidemias, el funcionamiento de las campañas de vacunación y todo lo
que mueve el servicio de prevención de salud.
Tras solicitarlo como rotación optativa, la UCI fue mi segunda casa en
el mes de Julio, aumentando mi admiración y respeto por la labor en este
servicio
Y cómo sobrevivir a una rotación “externa” en Agosto, sería el mejor título
para mi rotación de Cirugía Vascular en Badajoz, donde recurriendo a la
ironía, tendría que decir que todo el mundo me esperaba con los brazos abiertos
y la organización excelente me hizo aprender mucho.
De mi breve paso por el servicio de Urología (consultas externas)
pude quedarme con las técnicas de administración de quimioterapia intravesical
y la técnica de realización de flujogramas.
En septiembre tuve la gran suerte y el privilegio de
sentirme un miembro más de la gran familia de EPES, 061 Sevilla, como parte de mi
petición de rotación externa optativa. Es todo un placer
conocer desde dentro el gran trabajo de coordinación de un equipo tan grande
como es este. Durante esta etapa todos y cada uno de sus miembros me hicieron
sentir como en casa y todos sin excepción intentaron aportar su granito de
arena en mi formación, respondiendo mis dudas y aportándome la información y
técnicas que consideraron que pudieron sentirme útil.
Y por fin, después de un año de un lado para otro,
volví. A mi consulta. Con mi equipo. A mi casa.
Desde septiembre a mayo, me apoderé literalmente del
cortijo, intentando transmitirles a mis pacientes mi ilusión y mis ganas por
trabajar con ellos, disfrutando de cada programa, cada intervención, cada
taller que dimos…
En esos últimos meses, el centro de salud Urbano 1 y mis
compañeros (algunos ya amigos) me hicieron sentir una
más del equipo. Mis pacientes me hicieron sentirme especial y querida, y yo me
sentí con mucho orgullo, más enfermera que nunca.
Hoy, puedo agradecer con mucho cariño a mi maléfica favorita
(LUCÍA RÍOS, mi tutora) por dejarme libertad para innovar y por
escuchar todas mis propuestas (algunas más descabelladas que otras) sin entrar
en ataque de pánico; y al resto de mi equipazo de la UBA (Unidad Básica
asistencial) como son mis cabeceros Pedro, Nahir y Nerea, que me enseñaron
el valor
del trabajo en equipo y de la verdadera relación enfermero-médico para el abordaje de
nuestros pacientes.
Y finalmente agradecer al magnífico equipo de
coordinación y dirección de la unidad docente y residentes de
enfermería respectivamente por su buena comunicación, mando y organización. No
sé que hubiésemos hecho sin vosotros, de verdad. Bueno, sí que lo sé,
evolucionar y avanzar como una unidad docente seria y competente. Un
abrazo desde la lejanía.
Nótese nuevamente la más profunda e irrespetuosa
ironía.
Destacar la notable excepción de la excelente labor de
dos pedazos de profesionales como son Alberto Barneto y Jose, que
sí que se dejaron la piel por nosotros una y otra vez.
Y es que, la formación como especialista no se trata de que te
den todo hecho y en bandeja. Forma parte de la formación como
especialista, como profesional y sobre todo como persona.
Reconozco que en mayo de 2015 era una niña asustada,
que no sabía de nada, pero quería opinar de todo y que se llevaba todos los
palos (muchos merecidos) por su falta de inexperiencia profesional y en la vida
en general.
Hoy, julio de 2017, me queda todavía un
largo camino por recorrer, y muchísimo por aprender, pero me siento menos
asustada, más madura, más vulnerable, pero más humana.
Hoy, 12 de julio de 2017 puedo decir bien alto
que SOY ESPECIALISTA EN ENFERMERÍA FAMILIAR Y
COMUNITARIA y que lo he conseguido, no en la mejor unidad docente,
claro está, pero sí en EL MEJOR LUGAR Y CON LOS MEJORES
PROFESIONALES Y COMPAÑEROS de los que podría aprender sin lugar a
dudas.
INFINITAMENTE GRACIAS.
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