DESPERTAR-TE
Al dar un paso más, un escalofrío recorrió su columna
vertebral. El agua cristalina y tibia acariciaba la punta de sus dedos. Las
olas golpeaban contra su piel, sumergiendo cada vez un poco más sus pies en la orilla
de pequeños chinos. El agua venia, purificaba su alma, con efecto pararrayos.
Al volver al mar, todas sus preocupaciones, obligaciones, inquietudes, iban
saliendo poco a poco por la punta de los dedos hacia la eternidad del inmenso
mar.
Las gaviotas graznaban a su alrededor, mezclándose con el
rumor de las olas y el eco de los últimos días de noviembre.
El sol intentaba abrirse paso entre el frío clima que
inundaba la mañana, pero la sensación de paz era tan gratificante que el hecho
de haber caído la temperatura unos 10 grados en 48 horas era motivo de
celebración. Porque era feliz, dichosamente feliz.
Acababa de perder su empleo de los últimos 8 años, pero al
fin era libre. Al fin podía decidir cómo invertir su tiempo para que el trabajo
fuese motivo de orgullo, de ilusión. La motivación para levantarse cada mañana
y ver crecer tus esfuerzos.
Y cerrando los ojos volvía a repetirse una vez más “Soy
capaz de todo, toda la fuerza y el poder del mundo están en mi interior”
Microcuento: Sara Bermudo
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